porque las palabras que tú me diste, se las he dado yo a ellos; y ellos las han recibido, y han conocido verdaderamente que de contigo salí yo, y han creído que tú me enviaste.
En verdad, en verdad os digo, que quien oye mi palabra, y cree a aquel que me envió, tiene vida eterna, y no entra en condenación, sino que ha pasado ya de muerte a vida.
Éste es el que estuvo en la Iglesia en el desierto, con el ángel que le hablaba en el monte Sinaí, y con nuestros padres: el cual recibió los oráculos vivos para dárnoslos: