El que hace aprecio del día, lo aprecia para el Señor; y el que no hace aprecio del día, para el Señor no lo aprecia. El que come, come para el Señor, pues que da gracias a Dios; y el que no come, para el Señor no come, y da gracias a Dios.
Luego que entréis en la ciudad, al momento le encontraréis, antes que suba al alto para comer; pues no comerá la gente hasta que él haya venido; porque él suele bendecir el sacrificio, y después de esto comen los convidados. Subid pues ahora; que hoy mismo le habéis de encontrar.