heme aquí junto a la fuente de las aguas; suceda pues que la doncella que saliere a sacar agua, a quien yo dijere: Déjame beber, te suplico, un poco de agua de tu cántaro;
Levantóse pues y se fué a Sarepta; y al llegar a la entrada de la ciudad, he aquí que allí estaba una mujer viuda que iba recogiendo palitos; y él la llamó, diciendo: Ruégote me traigas un poco de agua en una vasija, para que beba.
Jesús respondió y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le habrías pedido a él, y él te hubiera dado agua viva.