Muy poco fué lo que hube pasado adelante de ellos, cuando encontré al que ama mi alma. Asíme yo de él, y no quise soltarle hasta que le hube introducido en la casa de mi madre, y en la cámara de aquella que me concibió.
¡Oh Esperanza de Israel, Salvador suyo en el tiempo de angustia! ¿por qué has venido a ser como extranjero en la tierra, o como viandante, que sólo despliega su tienda para pasar una noche?
Mas ellos a fuerza de ruegos le obligaban, diciendo: Quédate con nosotros; porque ya es la hora de la tarde, y el día se va acabando. Entró, pues, para quedarse con ellos.
¶Y de aquella ciudad muchos de los samaritanos creyeron en él, por la palabra de la mujer, la cual daba testimonio, diciendo: Me ha dicho todo cuanto he hecho.