Jesús, pues, les dijo: En verdad, en verdad os digo: A menos que comáis la carne del Hijo del hombre, y bebáis su sangre, no tendréis vida en vosotros.
Pero el hombre natural no recibe las cosas del Espíritu de Dios; porque le son insensatez; ni las puede conocer, por cuanto se disciernen espiritualmente.