Muy poco fué lo que hube pasado adelante de ellos, cuando encontré al que ama mi alma. Asíme yo de él, y no quise soltarle hasta que le hube introducido en la casa de mi madre, y en la cámara de aquella que me concibió.
Yo dormía, pero estaba mi corazón velando- ¡Es la voz de mi amado, que está golpeando a la puerta: Ábreme, hermana mía, amiga mía, paloma mía, perfecta mía! porque mi cabeza está llena de rocío, y mis cabellos, de las gotas de la noche.
MAS ahora, dice Jehová que te creó, oh Jacob, y el que te formó, oh Israel: No temas; porque yo te he redimido; te he llamado por tu nombre; tú eres mío.
Volviéndose entonces Jesús, y viendo que le seguían, les dice: ¿Qué buscáis? Ellos le dicen: Rabbí (que traducido quiere decir, Maestro), ¿dónde moras?
Éste vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabbí, sabemos que eres un maestro venido de Dios; porque nadie puede hacer estos milagros que tú haces, a menos que Dios esté con él.
Y volvió Jehová a llamar otra vez: ¡Samuel! Levantóse pues Samuel y fué a Elí, diciendo: Heme aquí, que me llamaste. Mas él respondió: No te llamé, hijo mío; vuelve, acuéstate.