Así dice Jehová: Detén tu voz, para que no siga en los lamentos, y tus ojos, para que no lloren más; porque será premiado, tu trabajo, dice Jehová; pues ellos volverán de la tierra del enemigo:
Jesús le dice: Mujer, ¿por qué lloras? ¿a quién buscas? Ella, suponiendo que sería el hortelano, le dice: ¡Señor, si tú le has quitado de aquí, dime dónde le has puesto, y yo me lo llevaré!
Entonces corre, y viene a Simón Pedro, y al otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dice: ¡Han quitado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto!
Entonces Pablo respondió: ¿Qué hacéis llorando y destrozándome el corazón? ¡porque estoy pronto no sólo a ser atado, sino también a morir en Jerusalem, por el nombre del Señor Jesús!
Entonces le decía Elcana su marido: Ana, ¿por qué lloras? ¿y por qué no comes? ¿y por qué se aflige tu corazón? ¿Acaso no te soy yo mejor que diez hijos?