Así que ya no fuisteis vosotros quienes me enviasteis acá, sino Dios; y él me ha puesto por padre a Faraón, y por señor de toda su casa, y por gobernador de toda la tierra de Egipto.
He aquí que viene la hora, y ya ha llegado, en que seréis dispersados, e iréis cada cual a lo suyo propio, y me dejaréis solo; y sin embargo no estoy solo, porque el Padre está conmigo.