Y un poco después, acercándose los que estaban allí en pie, dijeron a Pedro: Verdaderamente tú también eres uno de ellos, porque aun tu dialecto te pone de manifiesto.
CUANDO Jesús hubo dicho estas palabras, salió con sus discípulos a la otra parte del torrente de Cedrón, donde había un huerto, en el cual entró él con sus discípulos.
Simón Pedro, entonces, teniendo una espada, la sacó, e hirió al siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja derecha: el nombre del siervo era Malco.