Mas el rey respondió: ¿Qué tengo yo que ver con vosotros, hijos de Servia? que siga él maldiciendo, ya que Jehová le ha dicho: ¡Maldice a David! ¿quién pues le dirá: por qué haces esto?
Porque hay un cáliz en la mano de Jehová; y el vino fermenta, lleno de mixtura; y él les echa del mismo: ¡hasta las heces lo apurarán, lo beberán todos los inicuos de la tierra!
Y pasando un poco más adelante, cayó sobre su rostro, y oró, diciendo: ¡Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa! mas no como yo quiero, sino como tú.
¡Padre! yo quiero que aquellos también que me has dado, estén conmigo en donde yo estoy, para que vean mi gloria, que tú me has dado: porque me amaste antes de la fundación del mundo.
Jesús respondió: Mi reino no es de este mundo: si de este mundo fuera mi reino, entonces pelearían mis servidores para que yo no fuese entregado a los judíos: ahora empero mi reino no es de aquí.
Dícele Jesús: No me toques; porque no he subido todavía al Padre: mas vé a mis discípulos, y diles: Subo a mi Padre y vuestro Padre, y a mi Dios y vuestro Dios.
mirando a Jesús, autor y consumador de nuestra fe, el cual por el gozo que fué puesto delante de él, soportó la cruz, despreciando la vergüenza, y se ha sentado a la diestra de Dios.