A CAUSA de Sión no guardaré silencio, y a causa de Jerusalem no descansaré; hasta que salga, como resplandor, su justicia, y su salvación como antorcha que arde.
a la iglesia de Dios que está en Corinto, es decir, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos, juntamente con todos los que en todo lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y el nuestro:
Porque todo lo que sufrimos es por vuestra causa; para que la gracia concedida, siendo multiplicada por la participación de muchos, haga redundar acciones de gracias para gloria de Dios.
Porque si en algo he usado de jactancia para con él respecto de vosotros, no he sido avergonzado; sino que, como os lo hemos dicho todo con verdad, así también nuestra jactancia para con Tito, fué hallada ser verdad.
Porque conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que, siendo él rico, por vuestra causa se hizo pobre, para que vosotros, por medio de su pobreza, llegaseis a ser ricos.
el cual ha llegado a vosotros; así como en todo el mundo está dando fruto y creciendo, lo mismo que entre vosotros, desde el día que oísteis y conocisteis la gracia de Dios en verdad;
el cual se dió a sí mismo por nosotros, para redimirnos de toda iniquidad, y purificar para sí mismo un pueblo de su propia posesión, celoso de buenas obras.
¿de cuánto más severo castigo, pensáis, que será tenido por digno aquel que ha hollado bajo sus pies al Hijo de Dios, y ha estimado como inmunda la sangre del pacto con que había sido consagrado al servicio de Dios, y ha hecho ultraje al Espíritu de gracia?
Porque si la sangre de machos de cabrío y de toros, y la ceniza de la novilla, rociada sobre los que han llegado ser inmundos, los santifica, para purificación de la carne;
de otra suerte le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde la fundación del mundo: mas ahora, una sola vez en la consumación de los siglos, él ha sido manifestado para efectuar la destrucción del pecado, por medio del sacrificio de sí mismo.