Empero nosotros todos, con rostro descubierto, mirando como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados en la misma semejanza, de gloria en gloria, así como por el Espíritu del Señor.
¶Pero estamos en la obligación de dar gracias a Dios, respecto de vosotros, hermanos, amados del Señor, por haberos escogido Dios, desde el principio, para salvación, en santificación del Espíritu y en creencia de la verdad;
Por lo cual, poniendo aparte toda inmundicia, y todo exceso vicioso, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual es poderosa para salvar vuestras almas.