Mas el Consolador, es decir, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo cuanto os he dicho.
¶Empero el nacimiento de Jesucristo fué de esta manera: Que estando María su madre desposada con José, antes que se unieran en matrimonio, fué hallada haber concebido del Espíritu Santo.
Pero mientras él pensaba en esto, he aquí, un ángel del Señor le apareció en sueños, diciendo: José, hijo de David, no tengas recelo en recibir a María tu mujer; porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es.
Yo a la verdad os bautizo con agua para arrepentimiento; mas el que viene después de mí, más poderoso es que yo, cuyos zapatos no soy digno de llevarle: él os bautizará con Espíritu Santo y fuego.
Cuando, pues, os llevaren ante los tribunales, para entregaros, no os afanéis de antemano sobre lo que habéis de decir; mas lo que os fuere dado en aquella hora, eso hablad: porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu Santo.
Y el ángel respondiendo, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te hará sombra: por lo cual también la criatura santa que ha de nacer, será llamada Hijo de Dios.
Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?
¶Y he aquí que había en Jerusalem un hombre llamado Simeón; y este hombre era justo y piadoso, que esperaba la consolación de Israel; y el Espíritu Santo estaba sobre él.
y descendió sobre él el Espíritu Santo en forma corporal, como paloma; y hubo una voz, procedente del cielo , que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti hallo mi complacencia.
Y no le conocía: mas el que me envió a bautizar con agua, el mismo me dijo: Aquel sobre quien vieres al Espíritu descender y permanecer sobre él, ése es el que bautiza con el Espíritu Santo.
Estas cosas no las entendieron sus discípulos al principio; mas cuando Jesús fué glorificado, entonces se acordaron de que estas cosas estaban escritas de él, y que ellos habían hecho estas cosas con él.
Mas cuando viniere el Consolador, a quien yo os enviaré desde el Padre, es a saber, el Espíritu de verdad, que procede del Padre, él testificará de mí:
Cuando, pues, hubo resucitado de entre los muertos, acordáronse sus discípulos de que había dicho esto: y creyeron la Escritura, y la palabra que Jesús había dicho.
Esto empero lo dijo respecto del Espíritu, que los que creían en él habían de recibir; pues el Espíritu Santo no había sido dado todavía, por cuanto Jesús no había sido aún glorificado.
Y estando reunido con ellos, les mandó que no partiesen de Jerusalem, sino que esperasen allí la promesa del Padre, la cual (así decía), habéis oído de mí.
mas recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo; y seréis mis testigos, así en Jerusalem como en toda la Judea y Samaria, y hasta los últimos confines de la tierra.
Mirad por vosotros mismos, y por toda la grey, sobre la cual el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para pastorear la iglesia de Dios, la cual él adquirió para sí con su misma sangre.
En todo os dí ejemplo de cómo, trabajando así, debáis soportar a los débiles, y acordaros de las palabras del Señor Jesús, que él mismo dijo: Más bienaventurado es dar que recibir.
Y estando en desacuerdo entre sí, partieron, después que Pablo les hubo dicho una palabra más: Bien habló el Espíritu Santo, por medio de Isaías a vuestros padres,
¶ Hombres duros de cerviz e incircuncisos de corazón y de oídos; vosotros resistís siempre al Espíritu Santo: como hicieron vuestros padres, así hacéis vosotros.
para que yo fuese ministro litúrgico de Cristo Jesús, con respecto a los gentiles, ministrando, a manera de sacerdote, el evangelio de Dios; para que la presentación de los gentiles en sacrificio a Dios, le sea acepta, siendo santificada por el Espíritu Santo.
Por lo cual os hago saber que nadie, hablando por el Espíritu de Dios, dice: Jesús es anatema; y ninguno puede decir: Jesús es el Señor, sino por el Espíritu Santo.
en quien vosotros también obtuvisteis herencia, después que oísteis la palabra de la verdad, el evangelio de vuestra salvación; en quien también, habiendo creído, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa;
no a causa de obras de justicia que hayamos hecho nosotros, sino conforme a su misericordia él nos salvó, por medio del lavamiento de la regeneración y la renovación del Espíritu Santo,
atestiguando juntamente con ellos Dios, por medio de señales y maravillas, y diversos géneros de milagros, y dones del Espíritu Santo, conforme a su propia voluntad.
dando a entender el Espíritu Santo, esto: que no se había hecho patente todavía la entrada del verdadero santuario, mientras estuviere aún en pie el primer tabernáculo.
A quienes fué revelado que no para sí mismos, sino para nosotros, ministraban estas cosas, que ahora os han sido anunciadas, por medio de los que os han predicado el evangelio, acompañado del Espíritu Santo enviado del cielo: cosas en las que los ángeles, con mirada fija, desean penetrar.
Porque no de la voluntad del hombre fue traída la profecía en ningún tiempo; sino que hombres santos de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.
Mas en cuanto a vosotros, la unción que dé él habéis recibido, permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe: al contrario, así como su unción os enseña respecto de todas las cosas, y es verdad y no mentira, y así como ella os ha enseñado, así vosotros permanecéis en él.