Ahora por cuanto nosotros comemos la sal del palacio, y no conviene que miremos callados la deshonra del rey, por tanto hemos enviado para certificar esto al rey,
Esto no obstante, les seguiréis imponiendo la misma cuenta de ladrillos que hacían antes; nada rebajaréis de ella; pues están ociosos; por eso claman, diciendo: ¡Vayamos a ofrecer sacrificios a nuestro Dios!
diciendo: ¿Cuándo pasará la nueva luna, para que vendamos granos, y el sábado, para que expongamos el trigo (achicando el efa, y engrandeciendo el siclo, y defraudando con balanzas engañosas);
Mas al salir aquel mismo siervo, encontróse con uno de sus consiervos que le debía cien denarios; y trabando de él, le ahogaba, diciendo: ¡Paga lo que debes!
Vended lo que poseéis, y dad limosna; haceos bolsas que no se envejecen, tesoro en los cielos que nunca se agota, donde ladrón no llega, ni polilla consume:
Cuando Jesús oyó esto, le dijo: Te falta una cosa todavía: Vende todo cuanto tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme.