Si, pues, tu ojo derecho te fuere ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; porque te es provechoso que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado en el infierno.
Desde entonces Pilato procuraba soltarle; mas los judíos gritaron, diciendo: ¡Si tú sueltas a éste, no eres amigo de César! ¡todo aquel que se hace rey, habla contra César!
Y ¿por qué no decir, como somos infamados, y como algunos afirman que nosotros decimos: Hagamos el mal para que venga el bien? La condenación de los cuales es justa.