Entonces los judíos que estaban con ella en la casa, y la consolaban, viendo que María se levantó prestamente y salió, la siguieron, diciendo: Va al sepulcro, para llorar allí.
Y levantáronse todos sus hijos y todas sus hijas para consolarle; mas él no quiso ser consolado, diciendo: ¡Porque descenderé a mi hijo lamentándome hasta la sepultura! De este modo le lloraba su padre.
Por tanto, Jesús, cuando la vió a ella sollozando, y sollozando también a los judíos que habían venido con ella, fué profundamente conmovido en su espíritu, y se turbó;