¿Acaso nunca has oído tú, orgulloso rey, que de luengos tiempos lo hice yo; que de los días de la antigüedad lo tengo yo ideado? ahora empero lo he hecho suceder; y tú serás para hacer desolaciones, tornando ciudades fortificadas en montones de escombros.
¡Porque has convertido aquella ciudad en montón de escombros, aquella ciudad inexpugnable en una ruina; has demolido el palacio de los extraños para que no sea ciudad; nunca jamás será reedificada!
Por tanto, he aquí que vienen días, dice Jehová, en que haré que se oiga en contra de Rabbá de los hijos de Ammón alarma de guerra; y ella se convertirá en un montón de ruinas, y sus hijas serán puestas a fuego: entonces Israel desposeerá a los que le desposeyeron a él, dice Jehová.
Y convertiré a Jerusalem en montones de escombros, dice Jehová, en albergue de chacales; y las ciudades de Judá las tornaré en una desolación sin habitante.
Por tanto, Sión, a causa de vosotros, será arada como un campo, y Jerusalem vendrá a ser montón de ruinas, y el monte de la Casa santa, como altos cubiertos de bosque.
Luego juntarás todos sus despojos en medio de su plaza, y quemarás totalmente la ciudad con todos sus despojos, en desagravio a Jehová tu Dios, y quedará hecho un montón de escombros para siempre; no será edificada jamás;
(y ten cuidado que no se pegue a tu mano nada del anatema), para que vuelva Jehová del ardor de su ira, y te conceda mercedes, y tenga de ti compasión, y te multiplique, como juró a tus padres;
Y Josué hizo levantar otras doce piedras en medio del Jordán, donde habían estado los pies de los sacerdotes que llevaban el Arca del Pacto; las cuales están allí hasta el día de hoy.
Y al rey de Hai le colgó en un madero hasta la tarde. Mas cuando se puso el sol, Josué dió orden, y bajaron su cadáver del madero, y le echaron a la entrada de la ciudad, y levantaron sobre él un gran montón de piedras, que dura hasta hoy.