Empero Josué había dicho a aquellos dos hombres que reconocieron el país: Entrad en casa de la ramera, y sacad de allí a la mujer y a todo cuanto sea de ella, conforme le jurasteis.
Entonces el rey llamó a los Gabaonitas, y les dijo; (es de saber que los Gabaonitas no eran de los hijos de Israel, sino un resto de los Amorreos; pero los hijos de Israel les habían jurado la paz; y con todo, procuró Saúl matarlos en su celo por los hijos de Israel y Judá):
Y el rey tuvo compasión de Mefiboset hijo de Jonatán, hijo de Saúl, en atención al juramento de Jehová que había entre ellos, es decir, entre David y Jonatán hijo de Saúl.
¡Vivo yo! dice Jehová el Señor, que ciertamente en el lugar donde habita el rey que le puso sobre el trono, cuyo juramento él despreció, y cuyo pacto quebrantó, allí mismo con él, en medio de Babilonia, morirá.
Y será la ciudad anatema; ella, con cuanto en ella hubiere, apartada será para Jehová; solamente Rahab la ramera vivirá, ella y todos los que estuvieren con ella en casa; por cuanto escondió a los emisarios que enviamos.
Entraron pues los mancebos, los espías, y sacaron a Rahab, y a su padre, y a su madre, y a sus hermanos, y a cuanto era suyo; sacaron también a todos sus parientes; y los dejaron en salvo fuera del campamento de Israel.