Y aconteció que cuando iban a cerrar la puerta, siendo ya obscuro, los hombres salieron; no sé a dónde se hayan ido aquellos hombres. Seguid prestamente en pos de ellos, que los alcanzaréis.
Sucedió pues que cuando iba anocheciendo en las puertas de Jerusalem, antes del sábado, mandé cerrar las puertas, ordenando que no las abriesen hasta después del sábado; y aposté algunos de mis mozos a las puertas, para que no entrase carga en día del sábado.
También tus puertas estarán abiertas de continuo; no se cerrarán día ni noche; para que se traiga a ti la riqueza de las naciones, y sus reyes conducidos juntamente con ellas.
En aquellos días y en ese tiempo, dice Jehová, será buscada la iniquidad de Israel, y no la habrá, y los pecados de Judá, mas no podrán ser hallados; porque habré perdonado al resto de mi pueblo que yo me hubiere reservado.
Y a lo largo del río, sobre sus riberas de una y de otra orilla, crecerá toda suerte de árboles buenos para comer; y sus hojas nunca caerán, ni faltará su fruto: darán nuevos frutos cada mes; por cuanto sus aguas salen del Santuario. Y será su fruto para comer, y sus hojas para medicina.
Mas la mujer ya había tomado a los dos hombres y los había escondido. Ella pues respondió: Verdad es que vinieron a mí aquellos hombres, mas yo no sabía de dónde eran.
Los hombres pues siguieron en su alcance, camino del Jordán, hasta los vados del río: y luego que los que los perseguían hubieron salido, se cerraron las puertas.