cuando hubiere lavado el Señor la inmundicia de las hijas de Sión, y hubiere limpiado los homicidios de Jerusalem de en medio de ella, con espíritu de juicio y espíritu de ardimiento.
se han vuelto a las iniquidades de sus antepasados, los cuales se negaron a escuchar mis palabras: ellos también se han ido tras otros dioses para servirles. La casa de Israel y la casa de Judá han quebrantado mi pacto, que yo hice con sus padres.
Mas era yo como un manso cordero que es llevado al matadero; y no sabía que contra mí tramaban enredos, diciendo: Destruyamos el árbol con su fruto, y cortémosle de la tierra de los vivientes, para que no haya más memoria de su nombre.
Este pueblo malo que rehusa con desprecio oír mis palabras, que anda en la dureza de su corazón, y se ha ido tras otros dioses, para servirles y para adorarlos, vendrá a ser como este cinto, que no sirve ya para nada.
Entonces ellos dijeron: ¡Vamos, tramemos nosotros un enredo contra Jeremías! porque la ley nunca dejará de asistir al sacerdote, ni al sabio el consejo, ni el oráculo al profeta. ¡Vamos pues, y traspasémosle con las saetas de la lengua, y no prestemos atención a ninguna de sus palabras!
Lo dije, porque oí la difamación de muchos, el terror andaba por todos lados, decían: ¡Decidnos algo contra él, y le denunciaremos! Todos mis amigos familiares están esperando mi caída. ¡Quizás, dicen, será engañado, y prevaleceremos contra él; y tomaremos nuestra venganza en él!
¿Cómo te he de abandonar, oh Efraim? ¿podré yo entregarte, oh Israel? ¿cómo te he de hacer como Adma? ¿cómo te pondré como Zeboim? ¡se ha revuelto mi corazón dentro de mí, mis compasiones todas juntas están encendidas!
Mi pueblo está destruido por falta de conocimiento. Por cuanto tú has rechazado con desprecio el conocimiento de Dios, yo también te rechazaré, para que no seas mi sacerdote; puesto que te has olvidado de la ley de tu Dios, me olvidaré yo también de tus hijos.
Y traeré esta tercera parte por el fuego, y los acrisolaré como se acrisola la plata, y los probaré como se prueba el oro; ella clamará a mí, y yo le responderé: diré: ¡Pueblo mío es! y ella dirá: ¡Jehová es mi Dios!
Despertad a vuestros sentidos, como es justo, y no pequéis; porque hay algunos que no tienen el conocimiento de Dios: lo digo para moveros a vergüenza.