Aun la cigüeña en los cielos conoce sus épocas determinadas, y la tórtola y la golondrina y la grulla observan el tiempo de su venida; mas mi pueblo no conoce el reglamento de Jehová.
Al secarse sus ramas, serán quebradas; las mujeres vendrán y las encenderán; porque no es pueblo de entendimiento; por tanto su Hacedor no tendrá compasión de él, y el que lo formó no le mostrará favor.
Y el arpa, y la viola, y el pandero, y la flauta, y el vino están en sus banquetes; mas la obra de Jehová no quieren mirar, ni consideran la obra de sus manos.
¡Ciertamente mi pueblo es necio, no me han conocido; hijos insensatos son, y no tienen inteligencia; sabios son para hacer el mal, pero nada saben de hacer el bien!
Por tanto el león del bosque los mata; el lobo del desierto los saquea; el leopardo vigila en torno de sus ciudades; cualquiera que de ellas saliere, será despedazado: porque sus transgresiones son muchas, y son agravadas sus reincidencias.
Luego alcé los ojos, y mirando, ví dos mujeres que salían fuera, y llevaban el viento en sus alas; y tenían alas como las alas de una cigüeña; y aquellas mujeres levantaron el efa entre la tierra y el cielo.