¡Rapa, oh Sión, las guedejas de tu nazareato, y arrójalas de ti; y alza sobre los cerros pelados una lamentación! porque Jehová ha despreciado y desechado la generación de su ira:
¶Por manera que desechó Jehová a toda la simiente de Israel, y afligiólos, y entrególos en mano de quienes los saqueaban; hasta que acabase de arrojarlos de su presencia.
¿Has rechazado del todo a Judá? ¿o tiene tu alma aborrecida a Sión? ¿por qué pues nos has herido de modo que no hay para nosotros cura? ¡Esperábamos la paz, pero no vino ningún bien; tiempo de sanidad, mas he aquí desmayo!
¡Alza los ojos a los cerros pelados, y ve! ¿en qué parte no se han acostado contigo? junto a los caminos te has sentado, esperándolos, como el árabe en el desierto; y has contaminado la tierra con tus fornicaciones y con tus maldades.
Mas ya se oye sobre los pelados cerros voz de lloro, las súplicas de los hijos de Israel; por cuanto han pervertido su camino, y se han olvidado de Jehová su Dios.
A causa de las montañas alzaré lloro y llanto, y por los pastos del desierto, lamentación; porque están quemados, de modo que ninguno pasa por ellos, ni se oye la voz de ganado: desde las aves del cielo hasta las bestias, todo ha huído, se ha ido.
Hijo del hombre, entona una endecha sobre el rey de Tiro, y le dirás: Así dice Jehová el Señor: ¡Tú eres el sello de perfección, lleno de sabiduría, y consumado en hermosura!
Pero él respondiendo, les dijo: Una generación mala y adúltera busca solícitamente una señal; mas ninguna señal le será dada, sino la señal de Jonás el profeta.
Mas cuando vió a muchos de los fariseos y saduceos que venían a su bautismo, les dijo: ¡Raza de víboras! ¿quién os enseñó a vosotros a huir de la ira venidera?