Escuchad el oráculo de Jehová, oh naciones, anunciadlo también a las islas lejanas, y decid: El que esparció a Israel, le recogerá, le guardará, como el pastor a su grey.
(Dije yo entonces: ¡Ah Jehová, Señor! ciertamente has del todo engañado a este pueblo y a Jerusalem, diciendo: ¡Tendréis paz! en tanto que la espada alcanza ya hasta el alma.)
¡Haced mención de ello a las naciones; ved, anunciad a Jerusalem, que vienen sitiadores de una tierra lejana, y hacen resonar su voz contra las ciudades de Judá!
¡Escucha, oh tierra! He aquí que voy a traer el mal sobre este pueblo, es a saber, el fruto de sus mismos pensamientos: porque no han escuchado mis palabras, y en cuanto a mi ley, la han rechazado con desprecio.
¡Pueblo mío, acuérdate de lo que consultó hacer Balac rey de Moab, y de lo que le respondió Balaam hijo de Beor; de lo que aconteció desde Sitim hasta Gilgal: para que conozcáis las misericordías de Jehová!