Entonces Abner dió voces a Joab, y le dijo: ¿Ha de devorar la espada para siempre? ¿no sabes tú que habrá amargura a la postre? ¿Hasta cuándo, pues, tardarás en decir al pueblo que se vuelva de perseguir a sus hermanos?
¿Acaso se gloría el hacha contra aquel que corta con ella? ¿o se engrandece la sierra contra aquel que la maneja? ¡eso sería como si la vara manejase a los que la alzan, o como si el palo alzase al hombre, que no es leño!
Los asoladores han venido; se ven sobre todos los cerros pelados del desierto; porque la espada de Jehová devora desde el uno hasta el otro extremo de la tierra: no hay paz para ninguna carne.
¿Hasta cuándo llorará la tierra, y se marchitarán las plantas de todo campo? A causa de la maldad de los que habitan en ella, las bestias han perecido, y las aves; por cuanto ellos dijeron: ¡Jehová no verá nuestra postrimería!
Y señalaré sobre ellos cuatro linajes de azotes, dice Jehová: La espada para matar, y los perros para arrastrar, y las aves del cielo y las bestias de la tierra para devorar y para destruir.
Y tú les dirás: Así dice Jehová de los Ejércitos, el Dios de Israel: ¡Bebed, y emborrachaos, y vomitad, y caed, y no os volváis a levantar, a causa de la espada que yo envío entre vosotros!
¡Despierta, oh espada, contra mi Pastor, y contra el Varón que es mi socio, dice Jehová de los Ejércitos! ¡hiere al Pastor, y serán dispersadas las ovejas, y yo tornaré mi mano contra los pequeñitos!
Entonces las tres compañías tocaron las trompetas, y rompieron los cántaros: luego con la mano izquierda asieron las teas encendidas, y con la derecha las trompetas que tocaban, y gritaron: ¡La espada de Jehová y de Gedeón!