Declarad esto en Judá, y en Jerusalem dadlo a conocer, diciendo: ¡Tocad la trompeta por la tierra! ¡clamad por todas partes! y decid: ¡Juntaos, y acudid a las ciudades fortificadas!
Mas aconteció que cuando Nabucodonosor rey de Babilonia invadió la tierra, nosotros dijimos: Vámonos, y entremos en Jerusalem, a causa del ejército de las Caldeos, y a causa del ejército de los Siros; y así habitamos en Jerusalem.
¡HUÍD de en medio de Jerusalem, por salvaros, oh hijos de Benjamín! ¡sonad la trompeta también en Tecoa, y sobre Bet-hacarem alzad la, señal; porque la calamidad se deja ver de la parte del norte, y gran destrucción!
Dirán: ¿Por qué nos quedamos sentados? Congregaos, y entremos en las ciudades fortificadas, y estaremos allí callados; puesto que Jehová nuestro Dios nos ha reducido a silencio, y nos ha dado a beber agua de hiel, por haber pecado contra Jehová.
¿Quién es el hombre sabio que entienda esto? ¿y quién es aquel a quién ha hablado la boca de Jehová, para que lo declare? ¿Por qué causa ha perecido la tierra? ¿por qué está abrasada como el desierto, de modo que ninguno pasa por ella?
¡PON la trompeta a tu boca! ¡Cual águila viene el enemigo contra la familia de Jehová; por cuanto han traspasado mi pacto, y se han rebelado contra mi ley!
¡TOCAD trompeta en Sión, y sonad alarma en mi santo monte! ¡tiemblen todos los moradores de la tierra! porque viene el día de Jehová, porque está ya cercano;
Y aconteció cuando Josué y los hijos de Israel hubieron acabado de herirlos con muy grande estrago, hasta que fueron destruídos, y los restos de ellos que se escaparon hubieron entrado en las ciudades fortificadas,