¡Cuán hermosos sobre las montañas son los pies de aquel que trae buenas nuevas, del que publica la paz; que trae buenas nuevas de felicidad, que publica la salvación; que dice a Sión: ¡Tu Dios reina!
¡Voz de noticias! ¡He aquí que viene, y una grande conmoción desde la tierra del Norte, para tornar las ciudades de Judá en una desolación, y en morada de chacales!
¡HUÍD de en medio de Jerusalem, por salvaros, oh hijos de Benjamín! ¡sonad la trompeta también en Tecoa, y sobre Bet-hacarem alzad la, señal; porque la calamidad se deja ver de la parte del norte, y gran destrucción!
Desde Dan se siente el resoplido de sus caballos: al estruendo de los relinchos de sus fuertes corceles, se estremece la tierra. Llegó ya el enemigo, y ha devorado la tierra y cuanto contiene, la ciudad y los que en ella habitan.
Mas Josué les contestó: Si eres un pueblo grande, sube al país del bosque, y haz desmontes para ti allá en la tierra de los Perezeos y de los Refaítas, ya que es estrecha para ti la serranía de Efraim.
¶Apartaron pues a Cades en Galilea, en la serranía de Neftalí; y a Siquem en la serranía de Efraim; y a Kiryat-arba (la cual es Hebrón), en la serranía de Judá.
ENTONCES salieron todos los hijos de Israel, y la Congregación fué reunida como un solo hombre, desde Dan hasta Beer-seba, juntamente con la tierra de Galaad, a Jehová en Mizpa de Benjamín.