Y díjoles Elías: Prended a los profetas de Baal; no se escape ni uno de ellos. Y ellos los prendieron: y bajándolos Elías al torrente de Cisón, los degolló allí.
Y Manasés hizo extraviar a Judá y a los habitantes de Jerusalem, de tal modo que obraron más mal que las naciones que había destruído Jehová delante de los hijos de Israel.
Los sacerdotes no decían: ¿Dónde está Jehová? y los que se ocupaban de la ley no me conocieron; los pastores también se rebelaron contra mí, y los profetas profetizaron por Baal, y se fueron tras de las cosas que no aprovechan.
He aquí que estoy contra los que profetizan sueños mentirosos, dice Jehová, y los cuentan para extraviar a mi pueblo, con sus mentiras y con sus vanas jactancias; y yo no los envié, ni les he dado encargo; y de nada absolutamente aprovecharán a este pueblo, dice Jehová.
Toma para ti el rollo de un libro, y escribe en él todas las palabras que yo te he hablado contra Israel, y contra Judá, y contra todas las naciones, desde el día que te hablé, es decir, desde los días de Josías hasta el día de hoy:
Mi pueblo pide consejo a su dios de palo, y su vara de adivino les da respuesta: porque el espíritu de fornicaciones los ha extraviado; y se han apartado idolátricamente de su Dios.
Por la transgresión de Jacob sucede todo esto, y por el pecado de la casa de Israel. ¿Cuál es la transgresión de Jacob? ¿no es Samaria? ¿y cuáles son los altos de Judá? ¿no son Jerusalem?