Los asnos monteses también se detienen sobre los cerros pelados; con sus narices toman el viento, como chacales; desfallecen sus ojos, porque no hay cosa verde.
porque el palacio está abandonado, la ciudad populosa dejada; Ofel y la torre son madrigueras para siempre regocijo de asnos monteses, pasturaje para rebaños,
o una asna montés, habituada al desierto, que en el ardor de su apetito, con sus narices toma el viento; en su ocasión ¿quién la puede detener? todos los que la buscaren no se cansarán; en su mes la hallarán.
PI- Con todo esto, nuestros ojos desfallecían de esperar nuestro vano socorro; puestos en nuestra atalaya, tendíamos la vista hacia una nación que no nos podía salvar.