Entonces Joaquín rey de Judá salió al rey de Babilonia, él, y su madre, y sus siervos, y sus príncipes, y sus eunucos: de modo que le tomó el rey de Babilonia en el año octavo del reinado de éste.
Por manera que llevó cautivo a Babilonia a Joaquín, y a la madre del rey, y a las mujeres del rey, y a sus eunucos, y a la gente válida del país; a todos los llevó en cautiverio de Jerusalem a Babilonia.
Y su oración, y cómo fue oído, y todo su pecado, y su prevaricación, y los lugares donde edificó altos, y donde estableció Asheras y esculturas, antes que fuese humillado, he aquí que está escrito en la historia de los videntes.
¶Por lo cual entraron Moisés y Aarón a donde estaba Faraón, y le dijeron: Así dice Jehová, el Dios de los Hebreos: ¿Hasta cuándo rehusarás humillarte delante de mí? Deja ir a mi pueblo, para que ellos me sirvan.
¡DESCIENDE, y siéntate en el polvo, oh virgen, hija de Babilonia! ¡siéntate en tierra, sin trono, oh hija de los Caldeos! porque no volverán más a llamarte tierna y delicada.
(después que hubieron salido de Jerusalem Jeconías el rey, y la reina madre, y los eunucos, y los príncipes de Judá y de Jerusalem, con los artesanos y los herreros);
Y aconteció que cuando oyeron todas las palabras, se miraron espantados unos a otros; y dijeron a Baruc: Seguramente hemos de dar parte al rey de todas estas palabras.
VAV.-Y ha pasado de la hija de Sión toda su hermosura; sus príncipes han venido a ser como ciervos que no hallan pastos, y huyen impotentes delante del perseguidor.
TAV.-Su inmundicia está en sus faldas: no se acordaba de sus postrimerías por tanto ha sido humillada maravillosamente; no tiene consolador. ¡Mira, oh Jehová, mi aflicción; porque el enemigo se ha engrandecido sobre mí!
YOD.- Se sientan en tierra y guardan silencio los ancianos de la hija de Sión; echan polvo sobre sus cabezas; se ciñen de saco: las vírgenes de Jerusalem tienen abatidas las cabezas hasta la tierra.
Gime, mas en silencio; no harás el duelo de muertos; átate el turbante; y ponte el calzado en los pies; y no cubras el labio, ni comas el pan de hombres que están de luto.
vuestros turbantes estarán sobre vuestras cabezas, y vuestro calzado sobre vuestros pies: No plañiréis, ni lloraréis; sino que os desfalleceréis en vuestras iniquidades, y gemiréis, mirándoos los unos a los otros.