Dijo entonces tu sierva: Ruégote que la respuesta de mi señor el rey sea tranquilizadora; puesto que como un ángel de Dios, así es mi señor el rey para entenderse en lo bueno y lo malo. ¡Y Jehová tu Dios sea contigo!
Y oyó todo Israel el fallo que había dado el rey; y temieron todos delante de él: porque vieron que había en él sabiduría de Dios, para administrar justicia.
Da pues a tu siervo un corazón inteligente, para juzgar a tu pueblo, para poder distinguir entre el bien y el mal; porque ¿quién es capaz de juzgar este tu pueblo tan grande?
En cuanto a la tierra, será posesión suya en Israel; a fin de que mis príncipes no opriman más a mi pueblo: y lo restante de la tierra la han de dar a la casa de Israel conforme a sus tribus.
Y juzgará entre muchos pueblos, y reprenderá a fuertes naciones, hasta en tierras lejanas; y ellas forjarán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no levantará espada nación contra nación, ni aprenderán más la guerra.
Pero el alimento sólido es de los hombres hechos; es decir, de aquéllos que por medio del uso, tienen sus sentidos ejercitados para discernir el bien y el mal.
Más Jehová dijo a Samuel: No mires a su buen parecer, ni a lo elevado de su estatura; porque le he rechazado: porque no lo que mira el hombre es lo importante; porque el hombre mira a los ojos, mas Jehová mira al corazón.