Y cierto hombre, cojo desde el seno de su madre, era llevado, a quien ponían diariamente a la puerta del Templo llamada la Hermosa, para pedir limosna de los que entraban en el Templo;
Y él, mirándole fijamente, y estando sobrecogido de temor, le dijo: ¿Qué es, Señor? Y él le dijo: Tus oraciones y tus limosnas han subido como memorial delante de Dios.
Y le conocían que era el mismo que solía estar sentado a la limosna, a la puerta, la Hermosa, del Templo; y se quedaron llenos de admiración, y atónitos, a causa de lo que había acontecido.