de manera que mientras pasaban los mercaderes Mádianitas, ellos sacaron a José alzándole de la cisterna; y vendieron a José a los Ismaelitas, por veinte piezas de plata: y llevaron a José a Egipto.
Y decían el uno al otro: Verdaderamente somos dignos de castigo en cuanto a nuestro hermano; porque vimos la angustia de su alma, cuando nos rogaba tuviésemos piedad de él, y no le escuchamos; por tanto a nosotros nos ha sobrevenido este trance angustioso.
sin embargo permaneció su arco en fortaleza, y fueron robustecidos los brazos de sus manos por las manos del poderoso Dios de Jacob, por el nombre del Pastor y la Piedra de Israel,
confirmando las almas de los discípulos, y exhortándolos a que permaneciesen firmes en la fe, y enseñándoles que es necesario que por medio de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios.