Yo responderé de él; de mi mano le demandarás: si yo no te le volviere a traer, y le pusiere delante de ti, ¡lleve yo la culpa por siempre para contigo!
Y ciertamente pediré cuenta de vuestra sangre, la sangre de vuestras vidas: de mano de todo animal pediré cuenta de ella, y de mano de hombre; de mano de cada hermano del hombre pediré cuenta de la vida del hombre.
Entonces la mujer de Tecoa respondió al rey: ¡Sobre mí, señor mío, oh rey, sea la iniquidad, y sobre la casa de mi padre; mas el rey y su trono sean sin culpa!
Cuando yo dijere al malo: ¡De seguro morirás! si tú no le amonestares, ni hablares para amonestar al malo que se aparte de su camino inicuo para que viva, él, siendo malo, morirá por su iniquidad; pero su sangre yo la demandaré de tu mano.
Asimismo cuando se apartare el justo de su justicia y cometiere iniquidad, y yo pusiere tropiezo delante de él, él morirá, por lo mismo que tú no le amonestaste; en su pecado morirá, y no serán recordadas sus justicias que había hecho; pero su sangre yo la demandaré de tu mano.
Mas el atalaya que viere venir la espada, y no tocare la trompeta, de modo que el pueblo no fuere avisado, y viniendo la espada, arrebatare a alguno de ellos, él por su pecado habrá sido arrebatado, mas su sangre yo la demandaré de mano del atalaya.
Cuando yo digo al inicuo: ¡Oh hombre inicuo, ciertamente morirás! si tú no hablas para amonestar al inicuo de su camino, él, siendo inicuo, en su iniquidad morirá; mas su sangre yo la demandaré de tu mano.