¶Y todo el pueblo estaba observando los truenos, y las llamas, y el sonido de la trompeta, y el monte que humeaba; y viéndolo el pueblo, temblaron y pusiéronse de lejos;
¶Con lo cual se vieron los capataces de los hijos de Israel en aflicción, cuando les fué dicho: No rebajaréis nada de vuestros ladrillos de día en día.
Dirán: ¿Por qué nos quedamos sentados? Congregaos, y entremos en las ciudades fortificadas, y estaremos allí callados; puesto que Jehová nuestro Dios nos ha reducido a silencio, y nos ha dado a beber agua de hiel, por haber pecado contra Jehová.
Cuando vió Efraim su enfermedad y Judá su llaga, acudió Efraim a Asiria, y Judá envió a un rey adversario; mas él no podrá sanaros, ni os curará la llaga.
Antes al contrario, habiendo visto que me había sido encomendado a mí el evangelio de la incircuncisión, así como a Pedro el evangelio de la circuncisión;