De esta suerte deja todo lo suyo en mano de José: y no se entendía de cosa alguna, sino del pan que comía. Y era José de bella figura y de hermoso semblante.
Mas él rehusó, y dijo a la mujer de su señor: He aquí, mi señor no se entiende conmigo acerca de lo que está en casa, y todo lo que tiene lo ha puesto en mi mano.
Y sirviéronla, para él aparte, y para ellos aparte, y para los Egipcios que comían con él aparte; pues los Egipcios no pueden comer con los Hebreos; porque cosa abominable es esta para los Egipcios.