¡Muchas aguas no pueden apagar el amor, ni los ríos lo pueden anegar: si un hombre diere todos los haberes de su casa por el amor, él sería completamente despreciado!
A quienes contesté, que no es costumbre de los romanos entregar a ningún hombre por favor, ni antes que el acusado tenga ante sí a sus acusadores, y haya tenido lugar para defenderse de la acusación.