dijo, Sarai a Abram: He aquí, Jehová me ha estorbado el tener hijos: ruégote pues te llegues a mi sierva; quizás podré tener hijos por medio de ella. Y escuchó Abram la voz de Sarai.
Entonces airóse Jacob, y altercó con Labán; y respondió Jacob y dijo a Labán: ¿Cuál es mi transgresión, y cuál mi pecado, para que siguieses así acaloradamente en pos de mí?
Y sucedió que como el rey de Israel leyese la carta, rasgó sus vestidos, diciendo: ¿Soy yo acaso Dios, que hace morir y que da vida, para que éste envíe a mí, a fin de que yo sane a un hombre de su lepra? Empero ruegoos tan sólo que consideréis y veáis cómo éste anda buscando pretextos contra mí.
Y fué así que cuando se acercó al campamento, y vió el becerro y las danzas, se encendió la ira de Moisés en términos que arrojó de su mano las tablas, y quebrólas al pie del monte.
Mas yo os digo, que todo aquel que se aira sin causa contra su hermano, quedará expuesto al juicio; y el que dijere a su hermano ¡Imbécil! quedará expuesto al concilio; y el que le dijere: ¡Insensato! quedará expuesto al fuego del infierno.
Y mirándolos en torno suyo con indignación, entristecido a causa de la dureza de su corazón, dice al hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió; y la mano le fue restituída.