De modo que arrojó al hombre, y colocó al frente del jardín de Edén los querubines y una espada de fuego que daba vueltas por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida.
¡He aquí que me arrojas hoy de sobre la faz de la tierra, y de tu presencia me esconderé; y seré fugitivo y errante en la tierra; y va a suceder que cualquiera que me hallare me matará.
ENTONCES miré, y he aquí que en la expansión que estaba sobre las cabezas de los querubines, fué vista por encima de ellos una como piedra de zafiro, como si fuese la apariencia de la semejanza de un trono.
Y el asna vió al Ángel de Jehová puesto de pie en mitad del camino, con su espada desenvainada en la mano; por lo cual desvióse el asna del camino, y, se iba por el campo. Y Balaam dió de palos al asna para hacerla volver al camino.
¶Y aconteció que estando Josué cerca de Jericó, alzó los ojos, y miró; y he aquí un hombre que estaba en pie frente a él, con su espada desenvainada en la mano. Josué entonces fué a él y le dijo: ¿Eres tú de los nuestros, o de nuestros enemigos?
El pueblo pues envió a Silo, y trajeron de allí el Arca del Pacto de Jehová de los Ejércitos que habita entre los querubines; y estaban allí los dos hijos de Elí, Ofni y Finees, con el Arca del Pacto de Dios.