Y aconteció que apenas acababa Isaac de bendecir a Jacob, y no bien hubo salido Jacob de la presencia de Isaac su padre, cuando Esaú su hermano llegó de su caza.
¡Sírvante pueblos, y póstrense delante de ti naciones: seas señor de tus hermanos, e inclínense a ti los hijos de tu madre! ¡Los que te maldijeren sean malditos, y benditos los que te bendijeren!
E hizo él también manjares sabrosos y los trajo a su padre, y dijo a su padre: ¡Levántese mi padre, y coma de la caza de su hijo, para que me bendiga su alma!
porque sabéis que aun cuando después deseaba heredar la bendición, fué desechado (porque no halló en su padre lugar de arrepentimiento), aunque la buscaba solícitamente, con lágrimas.