Y aun no acababa de hablar en mi corazón, cuando he aquí a Rebeca, que salía con su cántaro sobre el hombro; y bajó a la fuente, y sacó agua. Y yo le dije: Ruégote me dés de beber.
Porque tú, oh Jehová de los Ejércitos, el Dios de Israel, has revelado esto a tu siervo, diciendo: Voy a edificar una casa para ti; por tanto tu siervo ha hallado en su corazón osadía para ofrecerte esta oración.
Entonces llamarás, y Jehová te responderá; clamarás por auxilio, y él dirá: ¡Heme aquí! con tal que apartares de en medio de ti el yugo, el extender con irrisión el dedo, y el hablar vanidad.
¡Oh Señor, oye! ¡oh Señor, perdona! ¡oh Señor, presta atención, y hazlo así! ¡no te tardes, por tu propia causa, oh Dios mío; porque tu ciudad y tu pueblo son llamados de tu nombre!
En el principio de tus ruegos salió la orden, y yo he venido para hacerte saber; porque eres muy amado: entiende pues la palabra, y alcanza inteligencia de la visión:
Y Cornelio dijo: Hace cuatro días que estaba yo ayunando hasta esta hora: y a la hora de nona, estaba orando en mi casa, cuando, he aquí, un varón se me puso delante, en vestiduras resplandecientes,
¶De igual manera el Espíritu también ayuda nuestra flaqueza: porque no sabemos orar como se debe; pero el Espíritu mismo hace intercesión por nosotros, con gemidos que no pueden explicarse con palabras.