Entonces Isaac habló a Abraham su padre, diciendo: ¡Padre mío! Y él respondió: Heme aquí, hijo mío. Y dijo: He aquí el fuego y la leña, mas ¿dónde está el cordero para el holocausto?
Hablad a toda la Congregación de Israel, diciendo: El día diez de este mes, tomará para sí cada cual un cordero, conforme a sus casas paternas, un cordero por cada familia.
Y pasando un poco más adelante, cayó sobre su rostro, y oró, diciendo: ¡Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa! mas no como yo quiero, sino como tú.
Porque no recibisteis espíritu de servidumbre otra vez, para estar con temor; mas recibisteis espíritu de adopción, en virtud del cual nosotros clamamos: Abba, Padre.
Y todos los que habitan sobre la tierra la adorarán, es decir, aquellos cuyos nombres no están escritos en el libro de la vida del Cordero que fué inmolado desde la fundación del mundo.