Mas Dios oyó la voz del muchacho; y el Ángel de Dios llamó a Agar, desde los cielos, y le dijo: ¿Qué tienes, Agar? No temas, porque Dios ha oído la voz del muchacho en donde está.
Y dijo: No extiendas tu mano contra el muchacho, ni le hagas nada; pues ahora conozco que tú temes a Dios, ya que no me has negado a tu hijo, tu hijo único.
Jehová, el Dios del cielo, que me tomó de la casa de mi padre y de la tierra de mi nacimiento, y que me habló y me juró, diciendo: A tu simiente daré esta tierra; él enviará su ángel delante de ti, de modo que puedas tomar de allí mujer para mi hijo.
el Ángel que me rescató de todo mal, bendiga a estos muchachos; y sean llamados de mi nombre, y del nombre de mis padres, Abraham e Isaac; y multiplíquense abundantemente en la tierra.
Y apareciósele el Ángel de Jehová en una llama de fuego, en medio de una zarza; pues él miró, y he aquí una zarza que ardía en fuego, y la zarza no se consumía.
Y habiendo todos nosotros caído en tierra, oí una voz que me decía en lengua hebrea: ¡Saulo! ¡Saulo! ¿por qué me persigues? ¡dura cosa te es dar coces contra el aguijón!
EL Ángel de Jehová subió entonces de Gilgal a Boquim, y dijo: Yo os hice subir de Egipto, y os traje a la tierra que tenía jurada a vuestros padres y dije: No quebrantaré mi pacto con vosotros.