A la mañana, pues, madrugó Abraham, y tomó pan y un odre de agua, y lo dió a Agar, poniéndolo sobre su hombro; dióle también el niño, y la despidió; y ella anduvo vagando en el desierto de Beer-seba.
y fué y sentóse en frente, a distancia de un tiro de arco; porque decía: No vea yo la muerte del niño. Así pues se sentó en frente, y alzó su voz y lloró.
A lo que ella respondió: ¡Vive Jehová tu Dios! que no tengo ni siquiera una torta, sino tan sólo un puñado de harina en la orza, y un poco de aceite en la alcuza; y he aquí que estoy recogiendo dos palitos para ir y aderezarlo para mí y mi hijo, para que comamos, y después muramos.
Partieron pues el rey de Israel y el rey de Judá, juntamente con el rey de Edom; y dieron una vuelta, jornada de siete días; y no había agua para el ejército y para las bestias que iban con ellos.
¡OH Dios, Dios mío eres tú! ¡de madrugada te buscaré! ¡mi alma tiene sed de ti; mi carne suspira por ti, en tierra seca y sedienta, donde no hay aguas;
El artífice en hierro prepara la herramienta, y lo trabaja en las ascuas, y lo forma con martillos, y lo trabaja con su fuerte brazo; también tiene hambre, y le faltan las fuerzas; no bebe agua, y desfallece.
Y sus nobles envían a sus criados por agua; van éstos a los pozos, mas no hallan aguas: se vuelven con sus vasijas vacías: avergonzados y confusos, cubren sus cabezas.