Y díjole Dios en sueños: Sí, yo sé que con sencillez de tu corazón has hecho esto; y también te detuve yo de pecar contra mí; por eso no te permití tocarla.
En seguida, levantó su campamento: y sobrevino un grandísimo terror a las ciudades de en derredor de ellos, de manera que no persiguieron a los hijos de Jacob.
Ninguno hay en esta casa más grande que yo, y él no me ha reservado cosa alguna, sino a ti sola, por cuanto eres su mujer: ¿cómo pues he de hacer esta gran maldad, y pecar contra Dios?
Contra ti, contra ti solo, he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos; lo confieso, a fin de que seas justo en tu sentencia, y exento de culpa en tu juicio.
Porque yo arrojaré las naciones de delante de ti, y ensancharé tus términos; y nadie deseará invadir tu tierra entre tanto que subas a presentarte delante de Jehová tu Dios tres veces al año.
Cuando alguno pecare, cometiendo prevaricación contra Jehová, mintiendo a su prójimo en cuanto a un depósito, o un convenio, o algún robo fraudulento; o cuando hubiere usado de extorsión para con su prójimo;
Y estando él sentado en el tribunal, su mujer le envió recado, diciendo: Nada tengas que ver con ese justo; porque he padecido muchas cosas hoy en sueños a causa de él.
Y ahora, señor mío, por vida de Jehová, y por la vida de tu alma, ya que Jehová te ha estorbado el venir con derramamiento de sangre, y el salvarte por tu propia mano; ahora pues, digo, ¡sean como Nabal tus enemigos y los que procuran el mal de mi señor!
que a buen seguro (¡vive Jehová, el Dios de Israel, que me ha detenido de hacerte mal a ti!), que si tú no te hubieras apresurado a venir a encontrarme, no hubiera quedado a Nabal, a la luz de la mañana, ni siquiera un perro!