Entonces Abraham cayó sobre su rostro y rióse, y dijo en su corazón: ¿A hombre de cien años ha de nacer hijo? ¿y Sara, mujer de noventa años, ha de parir?
Y Dios respondió: Sin embargo, de cierto Sara tu mujer te parirá hijo, y le darás el nombre de Isaac; y estableceré mi pacto con él por pacto eterno, y con su simiente después de él.
¡He aquí que me arrojas hoy de sobre la faz de la tierra, y de tu presencia me esconderé; y seré fugitivo y errante en la tierra; y va a suceder que cualquiera que me hallare me matará.