Y dijo Dios a Abram: Sabe con toda seguridad que tu simiente será extranjera en tierra ajena, donde los reducirán a servidumbre y los oprimirán hasta cuatrocientos años.
Y te daré a ti, y a tu simiente después de ti, la tierra de tus peregrinaciones, a saber, toda la tierra de Canaán, por posesión para siempre; y seré el Dios de ellos.
Dijeron además: Para habitar temporalmente en está tierra hemos venido; porque no hay pastos para los rebaños que tienen tus siervos; porque el hambre es rigurosa en la tierra de Canaán: ahora pues, te rogamos permitas que habiten tus siervos en la tierra de Gosén.
Por lo cual pusieron sobre ellos comisarios de tributos serviles, a fin de oprimirlos con sus cargas: y edificaron ciudades de depósitos para Faraón, a saber, Pitom y Ramesés.
y les amargaron la vida con dura servidumbre, en hacer argamasa con barro y con ladrillos; y con toda suerte de labores del campo: todo el servicio con que se servían de ellos, era con rigor.
Por lo cual he dicho: Os sacaré de la opresión de Egipto, a la tierra del Cananeo, y del Heteo, y del Amorreo, y del Perezeo, y del Heveo, y del Jebuseo; tierra que mana leche y miel.
y he descendido para libertarle de la mano de los Egipcios, y para hacerle subir de aquella tierra a una tierra buena y espaciosa; tierra que mana leche y miel; al lugar del Cananeo, y del Heteo, y del Amorreo, y del Perezeo, y del Heveo, y del Jebuseo.
Como uno de vuestra misma nación os ha de ser el extranjero que morare con vosotros, y le amarás como a ti mismo: porque extranjeros fuisteis vosotros en la tierra de Egipto. Yo Jehová vuestro Dios.
Esto pues es lo que digo: Que un pacto, confirmado de antemano por Dios, la ley, que vino cuatrocientos treinta años más tarde, no puede anularlo, de manera que haga sin efecto la promesa.
Y acuérdate que tú también fuiste siervo en la tierra de Egipto, y que Jehová tu Dios te sacó de allí con mano fuerte, y con brazo extendido; por tanto Jehová tu Dios te ha mandado que guardes el día del Descanso.