Y como oyese Abram que su hermano había sido hecho cautivo, sacó sus siervos amaestrados, nacidos en su casa, trescientos diez y ocho, y persiguiólos hasta Dan.
José pues subió para enterrar a su padre; y subieron con él todos los siervos de Faraón, los ancianos de su casa, y todos los ancianos de la tierra de Egipto;
¿Quién ha levantado desde Oriente un guerrero, a quién llamó en justicia a sus pies? Entregó delante de él naciones, y le hizo enseñorearse de reyes; los dió como polvo a su espada, y como hojarasca arrebatada a su arco.
Y David consultó a Jehová, diciendo: ¿Seguiré tras de estos merodeadores? ¿podré alcanzarlos? Y le respondió: Persigue, que sin falta los alcanzarás, y con seguridad recobrarás la presa.