Vino Pul rey de Asiria contra la tierra; y Manahén dió a Pul mil talentos de plata para que su mano estuviese con él, a fin de afianzar el reino en su poder.
Todavía estaba éste hablando, cuando entró otro, que dijo: ¡Los Caldeos se dividieron en tres cuadrillas, y cayeron sobre los camellos, y se los han llevado, e hirieron a los mozos a filo de espada; y he escapado yo, yo solo, para traerte las nuevas!
Y acontecerá que en aquel día tornará el Señor la segunda vez a extender su mano para recobrar los restos de su pueblo que aun quedaren, de Asiria, y de Egipto, y de Patros, y de Cus, y de Elam, y de Sinar, y de Hamat, y de las islas del mar.
Visión dura me ha sido mostrada: El pérfido sigue obrando pérfidamente y el asolador sigue asolando. ¡Sube, Elam! ¡pon el sitio, oh Media! hice cesar todos los gemidos de los oprimidos de ella.
Y pondré en medio de ellas señales; y enviaré los escapados de ellas a las naciones; a Tarsis, y a Pul y a Lud, que manejan el arco, a Tubal y a Javán, a las tierras lejanas que no han oído mi fama, ni han visto mi gloria; y ellos anunciarán mi gloria entre las naciones.
Allí está Elam, con toda su multitud al rededor de su sepulcro; todos ellos traspasados, caídos a cuchillo, que descendieron incircuncisos a la tierra de abajo; los cuales en un tiempo causaron el terror en la tierra de los vivientes; mas llevan ahora su afrenta entre los que descienden al hoyo.
Yo ví pues en la visión (y fué así que al verla, estaba en Susán, la metrópoli, que está en la provincia de Elam); y ví en la visión, estando junto al río Ulai.
Entonces Balaam entonó su canción, y dijo: Desde Aram me ha traído Balac, el rey de Moab, desde las montañas de Oriente, diciendo: ¡Ven, maldíceme a Jacob, y, ven, derrama tus imprecaciones sobre Israel!