Pues eran tan largas las varas, que se dejaban ver los extremos de las varas desde el Lugar Santo, enfrente del Oráculo; pero no se dejaban ver desde más afuera: y están allí hasta el día de hoy.
Mas el Señor le dijo: Vé; porque éste mismo me es un vaso escogido, para llevar mi nombre delante de los gentiles, y de los reyes, y de los hijos de Israel;
para que la prueba de vuestra fe (la cual es mucho más preciosa que el oro que perece, aunque sea acrisolado por medio del fuego), sea hallada redundante en alabanza y gloria y honra, al tiempo de la manifestación de Jesucristo;