Y aconteció que luego que acabóse de ofrecer el holocausto, dijo Jehú a la guardia real y a los capitanes: ¡Entrad, heridlos! ¡no dejéis salir a ninguno! Hiriéronlos pues a filo de espada; y los de la guardia real y los capitanes echaron fuera los cadáveres, los cuales llegaron hasta la ciudadela de la casa de Baal.